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Querid@ lector@ seguimos, mes a mes, adentrándonos en el descubrimiento y la práctica de las 9 actitudes Mindfulness con la intención de ayudarte a tenerlas presentes para que puedas llevarlas a tu día a día.

Este mes nos adentramos en una actitud que está en la base tanto del Mindfulness como del Coaching. Y que llamamos el “no juicio”.

Qué son los juicios

Puede que alguna vez hayas leído o escuchado esa frase que dice que no vemos la realidad como es, sino como somos.

Los juicios son esos filtros por los que tamizamos las experiencias que vivimos, coloreándolas y distorsionándolas. Por lo que nos impiden ver la realidad tal cual es. Seguro que, en ocasiones, tu manera de interpretar una situación es distinta a la interpretación que hacen otras personas de tu entorno.

Los juicios forman parte de nuestro constante etiquetado de las situaciones: me gusta o no me gusta, bueno o malo, amor u odio.

Etiquetar nos es útil en términos de supervivencia pues nos ayuda a distinguir las cosas y situaciones que nos agradan de las que queremos evitar. Pero, a la vez, nos impide percibir la realidad sin añadir nuestros propios condicionamientos.

Y esta tendencia a calificar las experiencias que vivimos como agradables o desagradables, es responsable en gran medida de nuestra agitación emocional. De que muchas veces nos sintamos desbordados o sobrepasados emocionalmente. Inquietándonos porque queremos algo que no tenemos, o porque no queremos algo que tenemos. Lo que nos mantiene en pelea con la vida tal como es.

A cualquier cosa que surge en nuestra experiencia, le pegamos una etiqueta que dice: agradable, desagradable o neutro. Y ocurre tan deprisa que ni somos conscientes de ello. Con el ajetreado ritmo que llevamos, pocas veces nos damos cuenta de la evaluación continua que hacemos de todo lo que nos rodea.

Qué es el “No Juicio”

A veces cuando escuchamos hablar sobre el “no juicio”, creemos que nos están invitando a dejar de discernir, de hacer uso de nuestra inteligencia o a adoptar una actitud pasiva ante la vida donde todo valga y simplemente sigamos la corriente. Nada más lejos de la verdad. Practicar el “no juicio” nos ayuda a distinguir la realidad de nuestras reacciones automáticas ante lo que sucede. Y desde esa observación, elegir respuestas más libres y sabias ante lo que esté ocurriendo sin dejarnos llevar por nuestros viejos automatismos.

Cuando comienzas a distinguir entre juzgar y observar o contemplar, comienzas a percibir una realidad mucho más amplia y sabia de todo lo que te rodea.

Cultivar el “no juicio” consiste en llevar tu atención a las experiencias, instante tras instante, sin quedarte atrapado en tus propias ideas, opiniones o gustos sobre lo que estás observando. Lo que te permitirá ver la realidad tal cual es en lugar de tamizada por tus condicionantes.

Para practicarlo, en lugar de prestar atención a lo que va sucediendo, involucrándote en ello, lleva tu atención intencionalmente a cómo tú te estás relacionando con eso que está sucediendo, momento a momento.

Practicar el “no juicio” te invita a comprometerte con la observación de cada experiencia en su totalidad, sin implicarte o identificarte por ella. Esto es, sin dejarte llevar en automático por todo lo que ya crees saber de la experiencia, que no hace sino impedirte verla tal cual es.

Asimismo, te invita a dejar de evaluar tus pensamientos, sensaciones o emociones como buenos o malos. Contemplando, en su lugar, como éstos aparecen, están y desaparecen, como las nubes en el cielo. Dejando que estén ahí por la sencilla razón de que ya están ahí, lo quieras o no.

Practicar el “no juicio” te invita a considerar la posibilidad de que un pensamiento, una emoción o una sensación, puedan ser eso, solo pensamientos, emociones o sensaciones. Producto que puedes observar, sin necesidad de creértelos a pies juntillas y de sufrir bien por aferrarte a ellos o por tratar de evitarlos.

La práctica del “No Juicio”

Para practicar esta actitud en tu vida diaria, lleva tu atención a la tendencia de tu mente a juzgar y etiquetarlo todo, estableciéndote en una actitud intencionada de imparcialidad. Para ello te doy algunas claves:

  • No intentes forzar a la mente a dejar de juzgar, simplemente sé consciente de esta tendencia y trata de mantener una mirada imparcial.
  • Tomate unos minutos cada día para llevar tu atención a tus sensaciones físicas, emociones y pensamientos, solo como lo que son. Contenidos de tu cuerpo y de tu mente. El solo hecho de observarlos sin identificarte con ellos, hará que surja la conciencia de forma espontánea. Abriéndote la oportunidad de observarlos y experimentarlos desde una perspectiva amplia y no reactiva.
  • Y para ir desarrollando el hábito, elije cada día poner tu atención en un acontecimiento que experimentes como agradable o desagradable, y buscar un momento para responderte a estas preguntas:
    • ¿Cuál ha sido la experiencia?
    • ¿He sido consciente de las sensaciones mientras sucedían?
    • ¿Qué comportamientos, emociones y pensamientos acompañaban esta experiencia?
    • ¿Qué pensamientos tengo ahora mientras escribo?

Es para mí un placer continuar compartiendo contigo mis reflexiones y propuestas de trabajo, con el deseo de hacerte la vida más fácil.

El próximo mes te hablaré de una nueva actitud: la aceptación.

Gracias y espero tu compartir.

 

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