Como cualquier ámbito o disciplina, el coaching también despierta cierta desconfianza en algunas personas que se plantean la posibilidad de hacer un proceso de coaching pero no se animan a dar el paso porque se marcan barreras que actúan como un mecanismo de defensa ante el temor. Un mecanismo de defensa que no es más que el apego a la zona de confort. ¿Cuáles son los prejuicios negativos más frecuentes que deben de superar los clientes si quieren obtener resultados positivos en un proceso?
1. Uno de los pensamientos posibles es éste: «¿Por qué le tengo que contar mi vida a una persona a la que no conozco de nada?». En este caso, conviene comprender que todo aquello que se comparte en el contexto de una sesión de coaching es confidencial como bien queda indicado en la alianza entre el coach y el cliente que se establece en la primera sesión.
Por otra parte, no existe modo de iniciar un proceso de autodescubrimiento dando la espalda a las palabras porque son terapéuticas en un proceso de coaching y la sinceridad es una de las claves del éxito del proceso. En un proceso de coaching cada cliente decide qué quiere contar y hasta dónde se quiere implicar. Sin embargo, la realidad es que los resultados también cambian cuando una persona se implica de corazón en la conquista de un objetivo.
2. Otro prejuicio negativo que conviene corregir es el de creer que para iniciar un proceso de coaching es necesario estar atravesando un mal momento en el plano personal o profesional ya que, de lo contrario, no tendría sentido tomar esta decisión. Nada más lejos de la realidad, muchos clientes buscan la ayuda de un coach cuando se encuentren en un buen momento y son felices. ¿Qué mayor motivación para iniciar un proceso de coaching que la energía positiva que surge de estar en un buen momento? Cuando somos felices todo fluye mejor y la suerte parece estar de nuestro lado. Sin embargo, podemos implicarnos más todavía para optimizar nuestras posibilidades en una etapa de alegría.
3. Otro freno emocional es el de creer que un proceso de coaching es muy caro y que ese dinero bien puede servir para otro fin más necesario. Evidentemente, es importante atender a la economía familair para ajustar los números de acuerdo al presupuesto. Sin embargo, también lo es valorar el coste de un proceso de coaching como una inversión en la propia felicidad. En relación con esta misma cuestión, a veces deberíamos reflexionar sobre el error que es priorizar otros aspectos por encima del propio bienestar.
4. Otra creencia frecuente es considerar que aquello que hace un coach bien lo podría hacer un amigo. La amistad es muy positiva, también aumenta el conocimiento mutuo, fortalece la autoestima del amigo y aporta una compañia vital. Sin embargo, el coach tiene un conocimiento especializado en el asesoramiento de ayuda emocional y también, como profesional tiene una distancia objetiva con el cliente que le permite realizar preguntas poderosas sin implicarse emocionalmente. Por el contrario, en la amistad, sí existe un grado de implicación alto.
Un libro de autoayuda tampoco es sutitutivo de un proceso de coaching. Puede ser un bien útil y complementario pero el beneficio que el cliente obtiene de su proceso es infinitamente mayor y más real que el que surge de una lectura. Detrás de un proceso de coaching hay mucho trabajo personal que tarde o temprano da frutos.
5. En relación con esta cuestión, otra creencia negativa que conviene desterrar en el coaching es creer que el proceso no está sirviendo de nada cuando el cliente no observa frutos visibles a corto plazo. En cuestión de alma, los ritmos son complejos. Y a veces, estamos avanzando incluso cuando sentimos que estamos estancados.
Conviene desterrar prejuicios negativos ante el coaching para disfrutar de la experiencia enriquecedora de un proceso guiado por un profesional competente. Eso no significa que todas las personas deban hacer un proceso en algún momento de su vida sino que si deciden no hacerlo, no es por alguno de los pensamientos negativos enumerados anteriormente y que es positivo corregir para ganar una mayor libertad interior.