Hace tiempo en la antigua Grecia, Hércules fue invitado a la cueva del centauro Folo, en la que se hallaba Quirón, un centauro sabio, bondadoso y un gran maestro de la sanación.
Cuentan que a Quirón lo llenaba de dicha aliviar el sufrimiento y dar fuerza espiritual a quien iba a morir. Era muy hábil en las artes de la sanación y pronto se hizo célebre. Muchos pedían su ayuda y consejo.
Hércules, agradecido por la invitación, llevó a la reunión una vasija de un preciado vino. Lo que atrajo a otros centauros, que, no estando acostumbrados a beber, se emborracharon y comenzaron a pelear entre sí. En la confusión, Hércules disparó una flecha que hirió a Quirón en la rodilla.
En ese momento, Quirón enseñó a Hércules como curar la herida. Pero, al estar la punta de la flecha infectada con veneno de Hidra, la herida nunca cicatrizaría.
Así pues, aunque capaz de sanar a otros, el mayor de los sanadores fue incapaz de curarse completamente a sí mismo; y, siendo inmortal, Quirón vive eternamente con esta herida como el sanador herido arquetípico.
Tras haber sido herido, Quirón recibió y entrenó a miles de aprendices. Se dice que uno de sus estudiantes fue Esculapio, quien aprendió de Quirón el conocimiento de las plantas, el poder de la serpiente y la sabiduría del sanador herido. Fue, asimismo, a través del linaje de Esculapio que Hipócrates comenzó a practicar el arte y la ciencia de la medicina.
Se dice que el mito de Quirón está estrechamente relacionado con las profesiones de sanación y/o relación de ayuda, como la medicina, la psicología, la terapia, etc.
Entre ellas podemos considerar el coaching como proceso de acompañamiento que inspira a las personas a mejorar sus vidas, indagando en sus aflicciones mentales y emocionales, mientras caminan hacia sus objetivos.
Todos portamos heridas emocionales, más o menos cicatrizadas, que nos acompañan y nos han constituido tal y como somos. Éstas, lejos de impedirnos acompañar a otros en el camino del crecimiento y el despertar, nos pueden ayudar a desarrollar habilidades que nos apoyen en nuestra profesión.
Si bien, para que se conviertan en nuestras alidadas en lugar de contribuir a incrementar el malestar y el sufrimiento de los demás, es preciso que llevemos luz y conciencia a esas heridas, a través de la práctica de la atención, la autocompasión y el amor a uno mismo.
Como escribió Carl Jung «lo que conoces y aceptas te transforma y te hace libre, lo que niegas te somete».
Te invito a reflexionar sobre esas heridas que ya conoces y que te han permitido desarrollar cualidades como la compasión, la bondad amorosa, la comprensión, la escucha profunda, el coraje para estar con lo que no es fácil, etc.
Así como a llevar atención en estos días a esas otras a las que deseas dar amor, luz y conciencia, para que también se conviertan en una base sobre la que seguir edificando el ser completo y pleno de recursos que eres.
Agradezco a Saki Santorelli quien a través de su libro «Sánate tú mismo» me descubrió el Mito de Quirón.
Beatriz García Ricondo