En apariencia, pocos puntos existen en común entre el coaching y los Premios Goya. Sin embargo, ambos están conectados con la vida como metáfora. ¿Qué diez lecciones de coaching puedes extraer de estos premios de cine?
1. El talento abunda en cualquier sector. Sin embargo, el brillo de un actor no resta luz al carisma de otro. Por tanto, como coach, tú también puedes recorrer tu personal alfombra roja porque la profesionalidad de otros no te cierra puertas a ti.
Al igual que cualquier actor aspira a ofrecer la mejor versión de su papel, tú también puedes aplicar esta filosofía a tu propio trabajo como filosofía de excelencia práctica.
2. Existen grandes trabajos que no son premiados con un Goya. Algunos, ni siquiera han sido nominados. El verdadero objetivo no es trabajar por el premio, sino ofrecer un buen producto. En tu papel de coach, también puedes hacerlo.
3. La subjetividad también es un ingrediente presente en la valoración del arte. Esta es la razón por la que con tanta frecuenca, no coinciden las valoraciones de crítica y público. O también, existe diversidad de opiniones entre los propios espectadores. Por tanto, como coach, tampoco te condiciones con la idea de recibir la aprobación externa de un modo unánime. Esto es imposible.
4. Una película se lleva a cabo en equipo. Y como coach, puedes aplicar este mensaje al valor del networking que te permite establecer alianzas de colaboración con otros compañeros.
5. Toda película tiene un guión. Las mejores destacan precisamente por este aspecto ya que ningún buen actor puede salvar una historia con un mal diálogo. En tu papel como coach, puedes emocionarte con la posibilidad de impulsar a cada cliente para diseñar su propio guión de vida. Un guión escrito desde la libertad.
6. Al igual que en las películas del cine español hay un protagonista. Tú como coach, observas cómo mejora la vida de tus clientes en el mismo instante en el que empiezan a ocupar el papel principal en la trama de su historia.
7. Existen películas que son verdaderamente apasionantes. Sin embargo, el coaching lo es más. ¿Por qué motivo? Porque como explica el dicho popular: «La realidad, en muchos momentos y situaciones, va más allá de la ficción». Los efectos especiales de la vida son incomparables en forma de inteligencia, fuerza de voluntad, emociones y sentimientos.
8. Cuando observamos un éxito a nivel externo, corremos el riesgo de quedarnos en la superficie de las cosas. Por ejemplo, el Premio Goya es el momento dulce que viven muchos profesionales. Sin embargo, en sus discursos de agradecimiento es posible apreciar todo lo que hay detrás: trabajo, esfuerzo, dificultades superadas y constancia. En un proceso de coaching ocurre lo mismo. Cuando el cliente consigue su meta vive su momento caramelo. Sin embargo, antes de ese instante hay una etapa previa que aporta significado a esa situación de logro.
9. Todo pasa, nada permanece de un modo estático. Aquello que hoy es significativo, por ejemplo, ganar un Premio Goya, no garantiza el éxito futuro en el trabajo. Esta es una de las razones por las que es mejor no dramatizar los fracasos ni exagerar los triunfos en ningún ámbito profesional. Sencillamente, porque detrás de un proyecto como coach, iniciarás otro. Pero además, la emoción de un logro tampoco debe alejarte de tu verdadera prioridad: la formación continua.
10. El cine regala felicidad. Esta es una de las razones por las que es tan necesario. En ocasiones incluso, es toda una terapia para los espectadores. En este punto, coaching y cine conectan al ser medios de bienestar social. De hecho, las películas pueden ser un recurso pedagógico en un curso de coaching por su valor didáctico. Pero aunque el cine y el coaching regalan felicidad, este último lo logra en un nivel mucho más elevado puesto que el cliente de un proceso incrementa su nivel de implicación en la propia vida. Las películas de superación personal son valiosas pero nada hay tan efectivo como aquello que permite a una persona poner la atención sobre sí misma.
El verdadero Premio Goya de un coach es sentir que un cliente está viviendo la película de su vida con conciencia, dirección y coherencia con sus propios valores. Vivir la emoción de un presente prometedor con la alegría con la que sales del cine tras haber visto un peliculón que ha pasado por tu vida para quedarse. Porque algunas películas nos inspiran eternamente en valores de felicidad. Y nos recuerdan algo que tal vez, olvidamos en la vida. Toda película, al igual que tu historia vital, tiene principio y final. Sin embargo, lo verdaderamente determinante es aquello que ocurre entre estos dos puntos de desarrollo y evolución.
Ojalá que el cine te acompañe siempre. Pero quien verdaderamente debe acompañarte hasta el punto de dejarte huella es tu vida. Pon en práctica el mensaje de José Ortega y Gasset que te recuerda que «el amor vive del detalle y procede microscópicamente».