Hace siete años mi hermano se suicidó.
Hoy soy la versión más auténtica y plena de mí misma que he conocido nunca.
¿Qué ha pasado entre medias?
Froma Walsh define la resiliencia como “el arte de sufrir bien”. Eso es lo que he hecho en todo este tiempo. He sentido dolor, mucho, probablemente el más crudo que haya sentido nunca, un dolor que se apoderó de mí y me rompió en mil pedazos, casi hasta la desaparición completa.
He tocado fondo, y desde ahí he vuelto a reconstruirme, poco a poco, paso a paso, sin evitar sentir lo que tocaba en cada momento. Continuando a pesar del peso de una realidad que muchas veces me dejaba casi sin respiración. Y en esa reconstrucción fui colocando los cimientos de una nueva vida. Una vida basada en valores, y en la convicción de que la única forma de encontrar paz y ser auténticamente felices es viviendo en coherencia con ellos, con la persona que queremos ser.
La resiliencia es un arte que puede aprenderse y entrenarse. La vida implica pérdida, cambio, incertidumbre. Y aunque no podamos evitarlos, sí podemos cultivar una actitud que nos permita atravesar lo que nos ocurre sin negarlo ni resistirnos, sino integrándolo y creciendo desde ahí.
El dolor y la angustia existencial pueden destrozarnos… o pueden transformarnos. El camino que elegimos es una decisión profundamente personal. Utilizar el dolor como impulso y motor de crecimiento es lo que yo llamo resiliencia creativa.
Crear desde la herida
A veces, de las experiencias más duras nacen los proyectos más significativos. La música más bella, los libros más conmovedores, las iniciativas más transformadoras, han surgido muchas veces de una herida. Hay una alquimia poderosa en transformar el dolor en creación.
Escribí mi primer libro poco después de la pérdida de mi hermano, sin planearlo como parte de un proceso terapéutico. Sin embargo, fue escribiendo cuando me di cuenta de que estaba transitando mi duelo a través de las palabras. Que cada capítulo me permitía ordenar el caos interior, nombrar lo que dolía, respirar dentro del dolor. Fue una forma de establecer una relación más amable con mi pérdida. De hacerla más llevadera. Y sobre todo, de darle sentido.
Con el tiempo, he visto este mismo patrón en otras personas que han vivido duelos, enfermedades, rupturas o crisis vitales… y que han puesto al servicio del mundo lo que aprendieron en ese recorrido. A veces a través del arte, otras veces desde un proyecto personal o desde una nueva forma de estar en el mundo, más consciente, más compasiva.
Un paso más allá del “sufrir bien”
La resiliencia creativa no se queda en resistir. Va más allá. Para mí, es el arte de reconstruirnos con sentido y ofrecer al mundo lo que nace de esa transformación. Es realizar una ofrenda con aquello que nos atravesó. No desde el sacrificio, sino desde la generosidad. Desde la conciencia de que aquello que dolió también puede convertirse en algo útil para otros.
En un mundo que nos invita a pasar página rápido, que medicaliza el malestar o lo esconde tras una sonrisa, la resiliencia creativa es un acto de resistencia y de verdad. Es decir: esto me dolió, esto me cambió, esto me transformó… y con ello creo algo nuevo. Es encontrar una narrativa que no niega lo vivido, sino que lo resignifica.
Este tipo de resiliencia no es solo para artistas. Está al alcance de cualquiera que decida canalizar lo que ha vivido y darle un propósito más amplio. Está en quien convierte una pérdida en una causa. Un diagnóstico en una misión. Una caída en un nuevo comienzo. En quienes transforman su experiencia en conocimiento compartido, en cuidado, en escucha, en comunidad.
Una herramienta vital para el presente
En un contexto global lleno de incertidumbre, crisis y ansiedad, la resiliencia es más necesaria que nunca. Pero no basta con “aguantar”. Necesitamos aprender a transformarnos, a encontrar recursos internos que nos conecten con lo que de verdad importa.
En ese camino, la creatividad no es un lujo. Es una herramienta de supervivencia emocional. Una brújula.
No me refiero solo a escribir o pintar. Hablo de imaginar nuevas formas de vivir, de pensar, de vincularnos. De abrir posibilidades cuando todo parece cerrado. De conectar con la intuición, con la belleza, con lo que nos da sentido.
Cuando integramos la creatividad en el proceso de resiliencia, recuperamos el poder de narrar nuestra propia historia, no desde el victimismo, sino desde la elección. No elegimos lo que nos ocurre, pero sí podemos elegir qué hacer con eso.
Mi propia transformación
Después de perder a mi hermano, y con el paso de los años, comprendí que no solo había sobrevivido. Había creado una nueva vida desde esa herida. Hoy acompaño a personas y organizaciones a conectar con su propósito, a cuidarse mejor, a cultivar una relación más honesta consigo mismas y con sus emociones.
Facilito talleres grupales, procesos de coaching y espacios donde lo emocional, lo creativo y lo humano se abrazan como parte del mismo camino. Y lo hago con la certeza de que no hay mayor motor de cambio que el dolor transformado en sentido.
No ha sido un camino recto ni rápido. Pero sí profundo, revelador y vivo. La resiliencia creativa no fue un concepto para mí, fue una necesidad. Y luego, una brújula.
Una invitación
Todas las personas hemos vivido pérdidas, duelos, desilusiones. No se trata de compararlas. Se trata de abrir espacio para mirarlas, escucharlas y convertirlas en algo con significado. De no quedarnos en el sobrevivir, sino de atrevernos a crear desde ahí.
La resiliencia creativa es un gesto de amor: hacia nosotros mismos, hacia lo vivido, hacia los demás. Es tender puentes con lo que nos ha dolido, para que ese dolor se convierta en algo que ilumina.
¿Qué historia necesita ser contada? ¿Qué podrías crear tú desde tu experiencia?
Carmen Sánchez Alegre es fundadora de Pluma Lab, un laboratorio de resiliencia creativa desde el que acompaña a personas y organizaciones en procesos de transformación para cultivar bienestar, propósito y expresión auténtica. A través de talleres, programas y contenidos, promueve una mirada humana e integradora del desarrollo personal y profesional. Es creadora del podcast “Resiliencia Creativa”, donde entrevista a personas que han convertido sus desafíos en caminos de crecimiento; una vez al mes, el podcast se dedica especialmente al ámbito organizacional y al impacto de la resiliencia en la empresa.