Actualmente, la formación de calidad sobre coaching, inteligencia emocional, mindfulness y PNL se desarrolla de forma online y presencial. El uso positivo de la tecnología ha supuesto una auténtica transformación en el mundo del desarrollo personal. La formación online se ha consolidado durante la pandemia y sigue evolucionando hacia el futuro. Aporta cercanía, innovación y comunicación. Es decir, abre puertas en cualquier circunstancia. Sin embargo, el papel de la formación online no es sustituir a la presencial, sino complementarla. Son dos alternativas diferentes que facilitan el acceso a recursos de aprendizaje.
Es positivo que un alumno que se forma en cursos de coaching, inteligencia emocional y PNL, experimente con metodologías diferentes. Es decir, la matrícula en un taller online se vive con especial intensidad cuando el proceso se realiza por primera vez. Pues bien, el encuentro con la formación presencial también se redescubre desde una nueva perspectiva tras la pandemia. En un periodo que ha estado marcado por restricciones y una menor interacción social, surge una nueva mirada en el encuentro con el grupo.
Lo presencial es anterior a lo online. De hecho, la desconexión digital es necesaria, positiva y saludable. ¿Cuáles son las razones para redescubrir la formación presencial en coaching en la actualidad?
1. No está tan condicionada por la brecha digital
Es habitual llegar a la conclusión de que la formación online es muy accesible. Abre muchas puertas, pero existen barreras que impiden llegar a ella de forma universal. Así lo pone de manifiesto la brecha digital. Ten en cuenta que no todos los alumnos tienen las competencias requeridas para la realización de un curso a distancia.
2. Mirar directamente a los ojos del profesor y de los compañeros
La comunicación online es cercana y recrea la esencia de la interacción presencial. De hecho, se produce una conexión emocional y personal. La tecnología presenta muchas ventajas, pero no ofrece la posibilidad de mirar directamente a los ojos del otro. El lenguaje corporal, que transmite tanta información, adquiere una especial visibilidad en un proceso de formación presencial.
3. Algunas dinámicas solo pueden desarrollarse de forma presencial
La tecnología proporciona numerosos recursos y herramientas, pero también plantea sus límites. Aunque varias personas estén verdaderamente conectadas en un proceso de formación online, cada una se encuentra en un lugar. En consecuencia, esa variable influye directamente en el contexto en el que se desarrolla el aprendizaje. Es decir, existen dinámicas y ejercicios que solo pueden llevarse a cabo de manera presencial.
4. Formación de vínculos que van más allá del aula
La asistencia a clase ofrece momentos que influyen positivamente en la formación y consolidación de vínculos de amistad con otros compañeros. El periodo previo al inicio de una nueva sesión, los momentos de descanso o el final de una jornada intensa dan lugar a comentarios y conversaciones que enriquecen los lazos que se están creando.
5. La formación presencial también se enriquece con las tecnologías
Por ejemplo, las sesiones de un taller sobre coaching se enriqueces con información visual que complementa los temas expuestos. Es decir, en el universo de lo presencial hay espacio para los vídeos didácticos, las imágenes inspiradoras y la visualización de material perfectamente estructurado. Por otra parte, la formación presencial es clave para establecer una diferenciación entre el entorno de aprendizaje y el propio hogar. El alumno tiene la oportunidad de disfrutar de un agradable paseo desde su domicilio hasta el lugar en el que se sitúan las instalaciones.
6. Sensación de conexión con la zona de confort
La formación presencial acompaña a los alumnos desde el comienzo de su etapa académica. Por ello, resulta tan familiar. El primer día de un nuevo curso suele estar condicionado por la adaptación al cambio y las expectativas. Generalmente, la presencialidad aporta una agradable zona de confort. Quien ha realizado varias formaciones presenciales en coaching, sabe que se crea un clima muy especial en el grupo. Se forma un ambiente en el que cada persona encuentra su lugar. Por otra parte, la clase evoluciona desde el primer día hasta el último y surgen nuevos vínculos entre los compañeros.
Sin embargo, la presencialidad se redescubre en la actualidad desde la perspectiva de la gratitud. El valor del encuentro, que antes se daba por supuesto, adquiere una dimensión diferente después de la irrupción de la pandemia. Además, cada experiencia de formación es siempre única e irrepetible en sí misma, más allá de cualquier referencia previa. El alumno emprende un viaje de descubrimiento en el que está acompañado por personas que, cada una desde su propia perspectiva, vive su propio proceso de superación. El aula enmarca un universo de objetivos, lecciones, compañerismo y aprendizaje.
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