Cada vez más, escuchamos hablar sobre la importancia de ser conscientes del momento presente y de vivir aquí y ahora. Son muchas las técnicas que va surgiendo para ayudarnos a cultivar esta actitud. Habrás oído hablar o incluso quizá practiques actividades como meditación, mindfulness, yoga, tai-chi, chi kung, etc. Son muchas las pequeñas cosas que te pueden ayudar a elevar tu consciencia en el día a día. Caminar descalzo, contemplar un objeto con detenimiento, colorear, arreglar las plantas, recitar un mantra u oración, disfrutar de la naturaleza, etc. Sin embargo, ¿sabes realmente de qué hablamos cuando nos referimos a ser conscientes?
Etimológicamente la palabra presencia nos lleva al latín “presentia” y hace referencia a la cualidad de estar en un determinado lugar y en un determinado momento. Cuando hablamos de “ser conscientes” hacemos referencia a vivir presente, a poner atención en ti mismo y en lo que te rodea, a ser el testigo u observador interno de lo que piensas, lo que sientes, lo que haces, y de qué dice todo ello de ti y de quién eres.
Cuando desarrollas ese testigo u observador interno, de pronto comienzas a darte cuenta de cómo tu mente y tus emociones, te alejan una y otra vez del momento presente. Llevándote bien al pasado en forma de recuerdos, bien al futuro con fantasías, expectativas o preocupaciones.
Observar cómo esto sucede, ejerce un efecto muy beneficioso sobre nosotros. Se obra el milagro de darse cuenta de que no somos nuestra mente, al igual que no somos nuestras emociones, ni nuestras acciones. Eres mucho más que todo ello. En ese momento en que el testigo interno se halla despierto, el pensador que eres comienza a perder fuerza y el poder de tu presencia empieza a crecer dentro de ti.
Los mandalas son representaciones simbólicas espirituales y rituales del universo del que formamos parte. El término mandala, de origen sánscrito, significa círculo que representa el todo. Un mandala es una forma circular en dos dimensiones con un punto central.
Para los budistas tibetanos el mandala representa el centro del universo, como punto de conciencia final. Aunque este término se suele circunscribir al budismo y al hinduismo, en muchas religiones encontramos ejemplos de mandalas, como los rosetones de las iglesias cristianas. El maestro budista tibetano Longchempa describe el mandala como “una organizada e integrada estructura alrededor de un centro unificador”.
El propósito inicial de un mandala, en palabras de Claudette Jacques, autora de “Mandalas para vivir el momento presente” de editorial Obelisco, es unificar y armonizar. El mero hecho de entrar en un círculo que representa un espacio sagrado, modifica nuestro nivel vibracional.
Los mandalas favorecen la unificación de nuestros dos hemisferios armonizando las dualidades y los contrarios, la falsa idea de separación en la que vivimos. Favorecen el autoconocimiento y sirven de apoyo para cultivar la presencia a través del ejercicio de nuestra atención sostenida.
Estos dibujos están al alcance de todos, puedes encontrar libros de mandalas y puedes descargarlas de forma libre en diferentes páginas que encontraremos en la red. Solo necesitas tu intención para ponernos en movimiento.
Al iniciarnos en el coloreado de mandalas conviene saber que es importante comenzar por el centro del dibujo. Esto nos invita a conectar con nuestro propio centro y desde ahí seguir viajando hacia el exterior, como deberíamos hacer en la vida.
Los mandalas se clasifican en base a diferentes criterios:
- Atendiendo a su duración podemos encontrar mandalas permanentes pintados sobre seda o papel, o incluso labrados en diferentes materiales, así como mandalas temporales en arena o arroz que nos recuerdan la impermanencia de la vida.
- En relación a su funcionalidad o al para qué han sido concebidos, podemos encontrar mandalas dedicados a la enseñanza y mandalas para la curación. Y en función de qué representan, existen mandalas cósmicos, mandalas de energía, coporales, arquetípicos de la naturaleza, del ciclo de vida, psíquicos, etc.
Sea cual sea el que elijas para comenzar, te invitamos a desarrollar tu testigo interior a través de los mandalas, a crear tu propio espacio de conciencia.
Y para empezar, algunas recomendaciones:
- “Mandalas para vivir el momento presente” de Claudette Jacques. Editorial Obelisco.
- “El jardín secreto” de Johanna Basford. Editorial mtm.
- “El océano profundo” de Johanna Basford. Editorial mtm.
¡Iniciado el reto del mes de enero! Cuando esté listo mi primer mandala, lo compartiré con todos. #creandoespaciosdeconciencia
Gracias Beatriz
Hasta hoy consideraba el colorear mandalas una actividad de niños. Gracias a tu post descubro que se trata de una actividad muchísimo más profunda. Favorece el autoconocimiento, conecta los dos hemisferios, es una especie de meditación. Me apetece muchísimo este reto.
¡Muchas gracias!
Cuanto me alegro Graciela, efectivamente es una práctica que realizada con atención plena, nos conecta con nosotras y con el momento presente. Feliz práctica consciente.
Aunque ya estamos en febrero, me sumo también al reto de pintar mandalas.
Inma, esperamos que lo disfrutes.
Me ha gustado mucho esta lectura y aunque es marzo me uno al reto de pintar mándalas…