Había una vez una mujer que siempre le faltaba algo en su casa.
Cada mañana al despertar, hacía las mismas cosas que había hecho el día anterior y el anterior del anterior… con la peculiaridad de que, aún sin cambiar nada de su sitio, algo no encontraba.
La mujer buscaba y buscaba, pero nunca lo encontraba. La mujer preguntaba a todo aquél con el que se cruzaba.
Nadie sabía, nadie conocía de la existencia de aquello que decía. Nadie le daba rumbo.
Un día, la mujer decidió coger un camino diferente, aunque no estaba segura si este le ayudaría a encontrar lo anhelado. Sin darse cuenta, se encontró enfrente de una casa. Una casa de hermosas ventanas, llena de flores, fuentes de agua, de luz, de vida. La mujer llamó tímidamente a la puerta, aunque esta no estaba cerrada, tenía la sensación de que la esperaba y sin pensar entró.
Desde el vestíbulo, se divisaba diferentes estancias y ella se sintió bien, segura, con el impulso de seguir adentrándose en aquella maravillosa casa. Fue visitando cada una de aquellas habitaciones, todas conectadas entre sí, la mujer parecía reconocerlas, creía haber estado allí, las sentía como parte de ella y de alguna manera, cada vez que entraba por una de aquella habitaciones, algo de ella dejaba y al salir siempre algo se llevaba.
Así recorrió toda la casa, y una vez situada en el punto de partida, se dio la vuelta y le dio las gracias a la casa por habar encontrado aquello que buscaba, que no estaba perdido, solo que no lo había reconocido y sin embargo siempre llevó consigo.
La mujer volvió a su casa, abrió las ventanas, regó las plantas, desempolvó y quitó las telarañas. Quiso dejar su casa limpia, con aire fresco, para que aquél que quisiera, entrara a saludarla cada mañana.
Te quiero Beatriz, gracias por construir esta casa.
A Su de Benito, a Adelina, a Luca, a Gema, a Marta, a Lupe y a Mónica gracias por acompañarme en cada una de las estancias. Os quiero y estáis todos invitados a mi casa.
Por Manuela Roldán Ávila
Alumna del Curso Experto en Coaching
Hemos querido compartir con vosotros la magia de la metáfora en las palabras de nuestra alumna Manuela Roldán. Manuela, gracias a ti por darte permiso para reconocer todo lo que ya llevabas dentro.