Las competencias tienen especial significado en los recursos humanos de la empresa. En el ámbito del coaching, un coach profesional también pone en práctica habilidades que forman parte del excelente ejercicio profesional. ¿Cuáles son estas competencias de un coach? En Crearte Coaching te lo contamos.
1. Escucha activa
Nos relacionamos con las palabras constantemente en la vida. Sin embargo, no existe una relación de causa y efecto entre palabra y escucha como muestran las interferencias constantes que pueden producirse en la comunicación cuando uno dice algo distinto de lo que el otro entiende. Sin embargo, un coach ejercita esta escucha constante que es un ejemplo de acogida hacia los mensajes que expresa el cliente en las sesiones. Una escucha que es una respuesta asertiva en esta interacción.
La relación entre el coach y el cliente se basa en la confianza que ambos tienen el uno en el otro. El coach inspira confianza profesional al cliente. Y, a su vez, el coach también tiene fe en que el cliente tiene el potencial y las herramientas necesarias para ser feliz por sí mismo sin alimentar ningún tipo de vínculo de dependencia.
2. Preguntas poderosas
En la vida cotidiana, muchas personas están condicionadas por la búsqueda de la inmediatez como muestran las abreviaturas de los mensajes escritos en Whatsapp o la impaciencia por la respuesta en este tipo de interacción. Sin embargo, el tiempo en una sesión de coaching se convierte en un recurso valioso para la formulación de preguntas que tienen una característica fundamental.
Son preguntas poderosas, es decir, cuestiones profundas que apelan al cliente en la búsqueda de respuesta. Estas preguntas generan un efecto de luz puesto que ante estas cuestiones abiertas, el cliente tiene que adentrarse en su mundo interior para encontrar la respuesta definitiva.
Esta competencia de las preguntas poderosas conecta, a su vez, con el punto de la escucha activa puesto que solo estando presente en el ahora es posible formular estas cuestiones que, en muchos casos, están seguidas por un silencio que es la manifestación de la reflexión misma.
3. Ética
Un coach trabaja con personas, por tanto, el humanismo es inherente al ejercicio profesional de aquel que acompaña al cliente en el proceso que recorre hasta llegar a ser su mejor versión o hasta el punto en el que decide implicarse. Una persona no es una máquina que funciona de manera automática. Cada cliente es único e irrepetible, por tanto, sus expectativas, sus miedos, sus esperanzas y sus ilusiones también lo son. El coach, desde su posición, tiene la responsabilidad ética de respetar la dignidad y la libertad de esa persona.
Así como tiene la responsabilidad de delegar un caso en un profesional competente cuando no está cualificado para atenderlo por circunstancias que trascienden a su propia formación.
4. Formación continua
Por completo que sea tu currículum, por extensa que sea tu experiencia profesional, el conocimiento es un camino que no llega a un límite determinado sino que siempre puedes seguir avanzando. Esta es una de las razones por las que dentro de tu propio trabajo como coach puedes integrar el propósito de la formación constante como una vocación que te permite evolucionar a nivel profesional y seguir profundizando en torno a qué es el coaching.
5. Diseñar acciones
Un coach también impulsa el crecimiento del cliente por medio de la creación de planes que tienen la misión de generar nuevas oportunidades de aprendizaje que son importantes para el cliente en el momento en el que se encuentra. Desde esta posición, actúa como una fuente de motivación externa para el cliente puesto que, a través de su influencia positiva, le anima a creer en sí mismo para afrontar retos adecuados y realistas.
El coach debe tener siempre presente que es el cliente quien tiene la responsabilidad de su proceso. Es decir, no debe adoptar un rol directivo que condicione a la persona en sus decisiones.
6. Coaching como reflexión más acción
Por tanto, esta metodología muestra la esencia del coaching como reflexión más acción. Es decir, la verdadera misión de un proceso es impulsar al cliente hacia la práctica puesto que es en el ámbito de la experiencia en el que puede materializar las conclusiones de este proceso de superación. La reflexión es luz para la acción y se diferencia en el nivel de profundidad en el comportamiento automático que produce la reacción como consecuencia de un estímulo. A través de la propia experiencia práctica, el cliente puede confrontar creencias limitantes con su verdadero potencial.
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