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El optimismo supone una diferencia importante en la forma de afrontar una situación. Sin embargo, no es una buena idea cultivar el optimismo como si fuese una obligación interna. Tampoco es aconsejable caer en la idealización de lo que supone pensar en positivo. No conviene perder de vista el propio contexto cuando dicho escenario plantea diferentes retos o dificultades. Límites que, en ocasiones, se convierten en fuente de desánimo o preocupación. No es recomendable recrearse en los motivos que alimentan la intranquilidad o la incertidumbre. Pero tampoco conviene exagerar o magnificar el alcance del optimismo como si fuese el único poder que, por sí mismo, eleva la resiliencia personal. Es decir, hay otras muchas capacidades, ingredientes emocionales, competencias, destrezas y habilidades que se alinean con el crecimiento personal. ¿Cómo avanzar hacia el optimismo sin idealizar el pensamiento positivo?

La práctica del optimismo es un aprendizaje positivo

Aunque cada uno podemos tomar responsabilidad sobre nuestro bienestar emocional a través del autocuidado y los hábitos saludables, vivimos en contacto permanente con otros factores externos que también influyen en nuestro mundo interno. Y, en algunos momentos, podemos sentirnos frágiles y vulnerables. No es aconsejable afrontar el optimismo como si fuese una obligación, sino como una aspiración que aporta inspiración, esperanza y confianza.

Quizá conozcas a un compañero de trabajo, a un amigo de la infancia o a un familiar cercano que irradia luz y energía positiva a través del optimismo que le acompaña. Pero, si reflexionas sobre cuáles son los rasgos y cualidades que más admiras en otras personas de tu entorno, seguro que compruebas que existen otros muchos dones de los que te gustaría aprender. El optimismo, al igual que otras capacidades, se ejercita de forma práctica a través de objetivos sencillos y expectativas realistas. Así como el optimismo de otras personas puede inspirarte a ti en tu camino de aprendizaje, otras personas ven capacidades y talentos en ti que se convierten en un motivo de admiración constante.

¿Alguna vez has intentado observarte con más distancia a través de los ojos de otras personas que te quieren de verdad? Toma la iniciativa y pregunta a alguien de tu confianza qué rasgos destacan más en ti. La mirada de otra persona puede ofrecerte esa caricia que necesitas a nivel anímico.

¿Por qué es importante que no vivas el optimismo como si el pensamiento positivo fuese un deber moral?

La consecuencia directa de esa perspectiva es la culpa que podemos llegar a sentir cuando, a pesar de querer observar una situación de forma positiva, no nos sentimos especialmente receptivos hacia la ilusión, la alegría o la confianza ante el futuro. Y es que, aunque como hemos comentado, podemos utilizar diferentes recursos para cuidar de nosotros mismos e influir positivamente en nuestro bienestar emocional, hay otras variables que se alejan de nuestro control. Y la perspectiva idealizada del optimismo puede llevarnos a la conclusión equivocada de creer que podemos lograr todo lo que nos propongamos a través de nuestra actitud o, sencillamente, que todo gira alrededor del yo.

Aquellas personas a las que admiras por tener una actitud optimista ante la vida, pueden convertirse en un modelo de acciones, hábitos o gestos que tú quieres integrar en tu día a día. Pero no establezcas comparaciones constantes entre los niveles de optimismo que percibes en otras personas (y tu propia realidad emocional). El optimismo no debe vivirse como una obligación interna e inmediata, pero eso no significa que no podamos hacer algo para cuidar nuestros pensamientos cuando la preocupación, el miedo o la inquietud nos alejan del regalo del presente. Por ejemplo, empieza a cultivar el optimismo a través de la amabilidad en el trato hacia ti mismo. Cuida de manera intencional tu diálogo interno para hablarte con cariño, confianza y respeto. Intenta evitar aquellos mensajes en forma de bucle, repetición o disco rayado que fomentan el dramatismo o la rumiación mental.

El optimismo aumenta a través de la conexión con el presente

Los niveles de alegría, ilusión, serenidad y bienestar emocional tienden a ser más significativos en aquellos momentos en los que conectamos realmente con el presente. Cuando te concentras en una ocupación que te distrae y te entretiene, hay otras inquietudes que se alejan y quedan en un segundo plano. Por ello, si queremos entrenar el optimismo como una capacidad que podemos llegar a desarrollar y perfeccionar a nivel potencial, también podemos empezar por mejorar nuestro vínculo con el presente. ¿Aquello que te preocupa ahora tiene algo que ver con tu situación actual o con hipótesis de futuro que no puedes predecir? ¿Qué motivos de gratitud quieres expresar en ese mismo instante más allá de otras preocupaciones? ¿Cómo avanzar hacia el optimismo sin idealizar el pensamiento positivo?

A través del autoconocimiento, la humildad, la escucha de las emociones y el aprendizaje. Es importante dar espacio a otras emociones, sentimientos y perspectivas. También puedes abrazar esas contradicciones que suelen producirse a nivel interno. Por ejemplo, quizá haya un tema que percibes de manera más negativa en un momento determinado y de forma más amable en otro. Si quieres vivir el desarrollo personal desde el aprendizaje, te invitamos a participar en nuestros cursos de iniciación y talleres en directo para tener más información sobre inteligencia emocional, coaching y mindfulness.

 

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