La Navidad está vinculada con la afectividad tanto en el caso de aquellas personas que esperan con impaciencia esta celebración, como en el caso de quienes, desearían pasarla por alto en el calendario. También es posible experimentar sentimientos contradictorios al sentir alegría por la llegada de este tiempo que es sinónimo de familia y, sin embargo, experimentar también tristeza como consecuencia de la ausencia de un ser querido fallecido recientemente.
Es posible incluso echar de menos a un ser querido que falleció hace años pero cuyo recuerdo conecta con una parte importante de nosotros mismos. Las distancias del corazón son distintas a las que marcan las coordenadas de espacio y tiempo. El síndrome de la silla vacía muestra esa tristeza emocional que produce la añoranza en torno a la mesa.
Conviene puntualizar que la nostalgia también puede experimentarse en situaciones distintas, como por ejemplo, un divorcio que plantea un cambio en el modo de celebrar estas fiestas. ¿Cómo superar el síndrome de la silla vacía durante la Navidad?
1. Buscar un plan alternativo al habitual para celebrar la cena de Nochebuena es una idea práctica para cambiar de aires cuando sentimos que los recuerdos vinculados a un lugar nos desbordan. Organizar la cena en un restaurante, programar el plan en casa de otro familiar y organizar un viaje son algunas propuestas que pueden ayudarte a sentir mejor. Para romper la rutina habitual también es posible invitar a un amigo o vecino a que se sume a la celebración familiar.
2. Durante las fiestas de Navidad, muchas personas envían mensajes de felicitación a sus seres queridos y amigos con el propósito de desear unas felices fiestas. Conviene no perder el hábito de escribir las felicitaciones a mano ya que la escritura tradicional activa el cerebro y mejora la concentración. Puedes escribir una felicitación de navidad metafórica dirigida a esa persona a la que echas de menos y a quien puede que tengas mucho que decirle. Expresa todo aquello que necesites decir con la libertad que te aporta la complicidad del papel.
3. Los niños escriben su carta de Reyes Magos con una fe ciega en la magia de la Navidad. ¿Por qué no escribes tu personal carta enumerando una lista de regalos emocionales que le pides a la vida? Pero a su vez, también te invito a escribir una carta en la que tu destinataria sea la vida y en la que anotes todo aquello que tú le ofreces.
4. La tristeza de la Navidad puede causar apatía y tendencia al aislamiento en aquella persona que no se siente con ganas de celebrar nada. Sin embargo, es muy importante que las ausencias no se conviertan en una excusa para no saber apreciar la presencia de quienes sí forman parte de nuestro presente.
Por tanto, es saludable que quienes no disfrutan especialmente durante la Navidad, participen de las reuniones sociales. No tienes que obligarte a mostrarte eufórico si en realidad, te sientes desanimado. La serenidad y la calma también son sentimientos muy vinculados con la alegría interior. Las relaciones personales nos aportan muchas cosas buenas. Y durante la Navidad, el simple hecho de sentirte acompañado, nutre tu autoestima.
5. Los símbolos también nos ayudan a recordar, por tanto, a hacer presentes, a aquellas personas que ya no están. Por ejemplo, dar un beso a una fotografía que muestra la imagen de un ser querido fallecido es un anclaje emocional. Cada persona tiene sus propios gestos de recuerdo ya que la expresión del amor es personal.
6. Si la Navidad te bloquea de tal modo que te gustaría cambiar de actitud y hacer un proceso para lograrlo, puedes pedir cita en una escuela de coaching y PNL para asumir tu compromiso con tu propia felicidad personal. No evites la Navidad ya que te resultará muy difícil hacerlo e ir contracorriente. Pero además, la evitación refuerza la tristeza.
Date la oportunidad de vivir una Navidad bonita recordando que antes de toda despedida, existe una historia previa. Y durante la Navidad, también puedes animarte a compartir con aquellos que quieres algunos de los recuerdos que guardas en tu mente con especial cariño. No evites la Navidad, personalízala para vivirla a tu manera intentando disfrutar lo máximo posible de acuerdo a tus circunstancias.
7. Existe una ley universal invariable de la felicidad: vivir el presente. No existe mejor modo de despedir el año que recordar el valor del ahora y sentir la emoción que producen las despedidas. Enumera en tu diario tus motivos de gratitud por todo lo bueno que has vivido en 2015. Y no olvides dar gracias por lo más importante: estás aquí, a punto de vivir la gran aventura del 2016.